Bio

Carolina Rodríguez fue bautizada hace muchos años como la ‘gimnasta milagro’. Desde que en 1996, con 10 años recién cumplidos, se proclamó por primera vez campeona de España entrenándose en una vieja iglesia abandonada, la gimnasta leonesa ha protagonizado milagro tras milagro.

Aquél sólo fue el primero de muchos, incluida una retirada y un renacimiento para la gimnasia que nadie es capaz de explicar.

Pero su gran milagro está por escribir y Carolina Rodríguez le quiere dar forma en Río 2016. En un deporte en el que apenas hay gimnastas que sigan compitiendo a alto nivel pasados los 22 años, ella tendrá 30 años cumplidos cuando se encienda el pebetero de los Juegos Olímpicos de Brasil. Lo nunca
visto.

Un milagro con mayúsculas que ronda en la cabeza de Carolina, dispuesta a entregarse en cuerpo y alma. La historia le reserva un hueco si lo consigue.

Una niña prodigio

La historia de Carolina es la de una superación continua para convertirse en la gimnasta española con más títulos nacionales sumando los de todas las categorías. Capaz de impresionar desde la primera vez que se puso una malla de gimnasia, Carolina supo triunfar cuando siendo sólo una niña de 12 años fue llamada por la selección española para convertirse, tres años después, en una de las gimnastas del equipo nacional absoluto. Compitió en tres Campeonatos del Mundo individuales y fue incluida en el conjunto español logrando un diploma olímpico en Atenas 2004.

Después de su primera aventura en unos Juegos Olímpicos, Carolina volvió a ser una de las gimnastas individuales de la selección española, fija en Campeonatos de Europa y del Mundo hasta que la Federación Española de Gimnasia le comunica que queda fuera de los planes de la selección española y le invita a volver a casa. Hundida anímicamente, Carolina Rodríguez decide retirarse y regresar a León.

Una historia de superación

Cualquier otra deportista en su situación habría aparcado el deporte para siempre. Con el sueño olímpico ya cumplido y a una edad que la mayoría de gimnastas de su generación ya habían guardado sus mallas en el armario, lo más fácil, y hasta lo más sensato, habría sido cerrar una etapa de su vida y empezar a planificar el futuro sin duros entrenamientos de seis horas diarias en los que pensar cada nuevo día.

Por suerte Carolina Rodríguez se volvió a encontrar con su primera entrenadora, Ruth Fernández, que consiguió devolverle la ilusión por la gimnasia. Primero la convenció para que diera clases de ballet a las pequeñas gimnastas del Club Ritmo, después para que se entrenara algún día para completar el conjunto y, casi sin darse cuenta, Carolina estaba de vuelta.

Apenas unos meses de indecisión separaron su firme convencimiento de que lo mejor era retirarse de su decisión de intentar competir de nuevo. Parecía una locura. Nadie pensó que su aventura pudiera acabar bien. Pero dicen que querer es poder y el tiempo demostró que tenía razón y que un nuevo milagro estaba en su lista de cosas imposibles conseguidas.

Regreso por la puerta grande

Poco a poco, Carolina Rodríguez fue creciendo. Primero recuperó su cetro nacional y consiguió una plaza para competir en el Campeonato del Mundo que se disputaba en Mie (Japón). Lesionada, dando una lección de garra y de ilusión, la gimnasta leonesa consiguió clasificarse para la final de las mejores. Un éxito que ya colmaba sus ilusiones.

Después de aquel Mundial Carolina empezó a hablar de Londres 2012. Quedaban tres años y nadie la tomaba en serio, pero cada semana que pasaba la aprovechaba para crecer un poco más. En 2010, mejoró sus resultados y lo que un año antes parecía una locura imposible ahora sólo parecía complicado.

Lesión y recuperación

Cuando todo empezaba a encaminarse llegó el mazazo. Una brutal lesión de tobillo le dejó fuera del Campeonato de Europa. Los ligamentos del tobillo rotos le obligaban a pasar por el quirófano y eso, a poco más de medio año del Preolímpico en el que debía jugarse su plaza para Londres 2012, era la retirada definitiva.

Los fisioterapeutas, los médicos y hasta la lógica decían que era el final de su carrera, pero Carolina quiso protagonizar un milagro más. Con su tobillo roto compitió en el Mundial de Montpellier y las cosas no le salieron bien. El quirófano la llamaba, pero ella sabía que su actuación irregular en el Campeonato del Mundo había sido, simplemente, un mal día.

Siguió apretando los dientes y trabajando con dolores, y a finales de diciembre de 2011 se plantó en el Preolímpico en el que logró su milagro.

También entonces lo más sencillo habría sido dejar pasar los meses hasta la competición olímpica y colgar allí la malla. Carolina no se limitó con eso.

Siguió sufriendo los dolores de cada día, entrenando con la ilusión de una adolescente que empieza y en Londres logró su mejor actuación en una cita individual, con su 14ª plaza.

A la vuelta de la villa olímpica fue el momento de entrar al quirófano. Ya no había apuestas acerca de si era el final de su carrera porque habría sido temerario creer que una gimnasta de 26 años, con todo hecho en el mundo del deporte y con un largo post operatorio por delante iba a conseguir volver a lo más alto. Pero la ‘Gimnasta Milagro’ no sólo lo hizo sino que lo consiguió en un tiempo récord. Seis meses después de su operación volvía a estar sobre el tapiz.

Y volvió con más fuerza que nunca. Fue al Europeo y firmó su mejor actuación histórica, repitió épica en el Mundial con un 11º puesto y una final por aparatos que era la primera de su historia y, por el medio, rozó el podio en los Juegos Mundiales y se colgó del cuello el oro en los Juegos del Mediterráneo, además de ganarlo todo en España.

Otro milagro y, de nuevo, campanas de retirada que Carolina despejó tras unos meses sabáticos en 2014.

En busca del gran milagro

Su regreso era hasta el Europeo para después plantearse si sigue hasta el Campeonato del Mundo o se retira, pero su decisión va más allá. Seguir hasta el Mundial no tendría sentido. Su reto será volver a ser olímpica en Río de Janeiro.

Otra maravillosa locura para la que la gimnasta leonesa busca cómplices. Parece un milagro imposible, pero no es más complicado que todos los que ha ido firmando a lo largo de más de tres lustros de carrera deportiva.

Carolina Rodríguez sabe que el suyo es un caso inaudito en un deporte tan exigente como la gimnasia rítmica.

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